El saber popular afirmó alguna vez que “somos lo que comemos”. ¿Puede ser tan asi? ¿Pueden realmente nuestros hábitos alimentarios determinar nuestra calidad de vida o es nuestra calidad de vida la que define nuestros hábitos?
Y estas son solo algunas pocas…Ante tantas agresiones que a veces nos impone la vida “de ciudad”….¿tenemos una opción? ¿Hay salida? ¿Es nuestra calidad de vida el precio a pagar por las bondades del progreso? No necesariamente tiene que serlo, siempre hay una forma de hacer las cosas mejor. Su cuerpo se lo agradecerá!!!
En nuestro país, las dos principales causas de muertes tienen un componente nutricional. En primar lugar está la enfermedad cardiovascular. La segunda causa de mortalidad general son los tumores malignos. Son muchos los grandes estudios epidemiológicos que demostraron la influencia de la nutrición tanto en la etiología como en la prevención de estos males de la sociedad moderna. La prevalencia de diabetes, aterosclerosis, hipercolesterolemia, hipertensión, enfermedad coronaria y cerebrovascular, osteoartritis y otras situaciones patológicas que acompañan al sobrepeso y obesidad aumenta en forma constante en Argentina como en el resto del mundo desarrollado, hasta alcanzar el nivel de pandemia que todos conocemos. Esta tendencia no discrimina. No distingue entre hombres y mujeres; adultos o niños; y puede instalarse en cualquier clase social. No es difícil encontrar en nuestro país gente desnutrida y obesa al mismo tiempo.
Enumeremos los componentes de una dieta “obesogénica”…
Según el informe técnico de las Guías Alimentarias para la Población Argentina; no más de 10 alimentos concentran el 80% de las calorías que consumimos. Si se analiza la estructura calórica de la dieta media, podemos encontrar que el 50% de las calorías las consumimos en forma de cereales (30%) y carnes (20%). ¿Donde quedan las frutas y verduras? En último lugar…incluso después de las bebidas alcohólicas y muy por debajo de las “5 al día” que proponen los organismos internacionales…
Si se ordena la estructura calórica según el ingreso, se observa que a mayor ingreso, se consumen más calorías, lo cual puede resultar obvio. Pero es significativo como cambia la estructura de la dieta: a mayor ingreso disminuye el consumo de cereales y derivados; aumenta el consumo de carne y el de lácteos (generalmente a expensas de yogures). El consumo de frutas y verduras también aumenta con el ingreso aunque continua siendo bajo y las bebidas alcohólicas se mantiene constante.
Es notable el cambio de conciencia con respecto a la alimentación que está ocurriendo en el mundo. En los Estados Unidos, se prohibieron por ley las maquinas de gaseosas en las escuelas, medida importante en un país donde las proyecciones alarman sobre un porcentaje de obesidad del 100% para dentro de unas décadas. En España, hubo modelos que no pudieron desfilar en la pasarela de La Cibeles por no dar con un peso mínimo considerado saludable. La Argentina planea obligar por ley a los locales de comida a tener una opción “light” entre sus menúes y especificar el valor nutricional de las preparaciones.
Pero también es importante un cambio desde la gente. Desde nosotros. Darle a nuestro cuerpo un respiro. Y darle el mejor combustible.
Una alimentación variada con la cantidad suficiente de calorías, de calidad y adecuada a nuestros hábitos personales; las llamadas 4 leyes de la alimentación; formuladas por el Dr. Pedro Escudero, pionero en la nutrición argentina.