El consumo de tabaco es asociada a una serie de procesos dañinos que no solo afectan a los fumadores sino también aquellas personas que sin hacerlo se ven obligadas a respirar pasivamente el humo que producen los que fuman.
Los grandes fumadores pueden llegar a tener en la sangre un 20% de plomo más que uno no fumador, así como también un número mayor de radicales libres (condición que agrava y acelera en envejecimiento).
Las sustancias que generan estos daños son:
El alquitrán e hidrocarburos
Betanaftol
Fenol y cresol
Benzopirina
Iones metálicos
Indol e hidracina
Ácido cianhídrico
Aldehío acético
Amoníaco
Aldehído formico y nitrosamina